lunes, 5 de enero de 2015

Lanzarote a través de sus playas

Aunque Lanzarote no es solo sus playas, no se puede negar que el gran atractivo de la isla más oriental de las Canarias son sus arenas amarillas y sus aguas turquesas. Un paraíso de sol con una temperatura tropical que permite que bañarse en sus pequeñas calas o sus grandes arenales sea una actividad propicia para cualquier época del año. Una orografía bastante llana que posibilita que casi cualquier punto de la costa (salvo alguno del norte y del oeste por la peligrosidad del mar) sea apto para el baño.



Aunque los grandes resort y apartamentos se sitúan en Puerto del Carmen y Costa Teguise, zonas que cuentan con playas aceptables, a veces lo mejor es alejarse del macro-turismo y peregrinar hacia zonas más vírgenes, sin barcas de pedales y sombrillas, con aguas más claras y paisajes limpios de grandes edificios y masificación. Esta es una pequeña lista de algunos lugares costeros que se pueden, o deben, incluir en el planning de viaje por la isla de los volcanes:

Calas de Papagayo
Situadas en el punto más al sur de Lanzarote, esta consecución de calas totalmente vírgenes es un destino absolutamente imprescindible en un viaje a la isla conejera. Un pecado gravísimo irse sin haberse maravillado con el color turquesa, a veces incluso esmeralda, que adopta el mar al cubrir sus limpias arenas amarillas. La elección de la cala corre a gusto del visitante, aunque quizás la más famosa sea la llamada Cala de Papagayo (foto 1).

Lo mejor es quizás hacer un recorrido por varias de ellas, con la marea baja es incluso posible pasar caminando o nadando de una a otra. En un día de viento quizás es mejor decantarse por la mencionada Papagayo o la playa 'del pozo', justo al lado, ya que están más 'azocadas'. Entre las múltiples calas que forman esta costa también se pueden encontrar zonas nudistas, y diferentes ambientes. Un dato importante, eso sí, es que para llegar hay que hacerlo en coche a través de un camino sin asfaltar, aunque está en muy buen estado y no supone dificultad alguna para ningún tipo de vehículo, además hay un amplísimo parking al llegar.



Famara
En el municipio de Teguise, concretamente junto al pequeño pueblo marinero de Caleta de Famara se encuentra la mayor playa en extensión de Lanzarote. Casi 5 kilómetros de un inmenso arenal que llama con su continuo oleaje a los surferos, especialmente a los principiantes pues son casi constantes los cursos de iniciación que se imparten allí. 

Famara al atardecer es especialmente embriagadora, sobre todo si está la marea baja, ya que se el agua suele formar un espejo que refleja un sol que se pone justo frente a ella. Aunque se trata de una playa muy llana, perfecta para el que le guste 'saltar olas', su pega está en la peligrosidad, ya que las fuertes corrientes que fluyen en esta zona de la isla hacen que no sea en absoluto recomendable adentrarse demasiado en sus aguas.



Playa quemada
Para quien no le apetezcan las calas de arena amarilla y las aguas turquesa (que todo es posible) también hay opción. Subiendo al norte desde Playa Blanca, en el extremo nor-este del municipio de Yaiza y cercana al puerto deportivo de Puerto Calero se encuentra Playa quemada; un entrante de aguas tranquilas, tranquilísimas, que bañan una extensa playa de callaos (guijarros) y arena negra. Un intenso color azabache que contrasta con las zonas mencionadas anteriormente y aporta una experiencia costera totalmente diferente.

Se llega descendiendo desde la montaña de Femés, esta vez por una carretera que si está asfaltada, hasta llegar a una pequeño grupo de casas; siempre blancas, como toda Lanzarote. Es el polo opuesto a la isla macro-turística; un remanso de paz muy poco frecuentado por el turista de masas, bañado por el color quemado que un día lejano le dio el volcán, presente en las espaldas del bañista.



Playa de la Garita
Viajando al norte de la isla, a la localidad de Arrieta, aparece esta playa. Un lugar perfecto por su cercanía para saciar las ganas de mar tras las visitas a la Cueva de los Verdes o los Jameos del agua, una de las joyas de César Manrique en Lanzarote. Una playa amplia pero casi de pueblo, característica por su embarcadero que conduce a un pequeño muelle, utilizado también para zambullirse desde allí.

Una playa de fina arena oscura (que no negra) que se extiende entre la tranquilidad de la parte cercana al pueblo, más protegida; y la ventosidad del otro lado, dónde es habitual encontrarse con actividades de widsurf o kitesurf. Probablemente la más sencilla de acceder, y la más cómoda, pues en Arrieta se pueden encontrar todo tipo de servicios, además de buenos restaurantes donde sirven pescado fresco.



Playa de los Caletones
Continuando hasta el punto más al norte de la isla de Lanzarote, Orzola, con la imagen del pequeño islote del roque del este en el horizonte, esta playa que impresiona por el blanco de su arena. Aquí la arena no es amarilla, es absolutamente blanca como la harina. La playa se abre a un mar bravo, a un atlántico que azota la cabeza de todas las Islas Canarias; sin embargo, varias formaciones rocosas protegen del intenso oleaje que suele golpear en esta zona, formando pequeñas bahías aceptables para el baño.

Además de estas recomendaciones hay una clara, la peuqueña isla de La Graciosa y su paraíso de aguas turquesa. Ya fue analizada en post anteriores, pero nunca está de más recordarlo. Un auténtico remanso de paz y tierra virgen en el que encontrar playas a veces casi desiertas y de una belleza como pocas otras en toda Canarias. Para llegar hay que hacerlo en un barco que se coge, precisamente, desde el puerto de Orzola.

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