domingo, 23 de octubre de 2016

Isla de Lokrum, el paraíso croata de los pavos reales canarios


De las muchas islas que se reparten frente a la costa de Dubrovnik, Lokrum es una de las más fáciles de visitar. Un islote repleto de vegetación a poco más de 10 minutos en barco desde el puerto antiguo, y que guarda muchos más secretos aparte de sus pavos reales. Su playa nudista, su abadía benedictina o su mar muerto particular: un lago salado, remanso de paz y lugar de refresco del paseo, que constituye uno de sus grandes atractivos.

Cada media hora parten desde el casco histórico de Dubrovnik pequeños botes, habitualmente repletos de turistas, en dirección hacia la isla de Lokrum. Ese islote plagado de verde que está omnipresente en el horizonte de la ciudad. De los muchos recorridos en barco que se ofrecen a lo largo de la costa, el viaje hasta la antigua 'Lacroma' (nombre veneciano de la isla) quizás sea uno de los más completos.



2 kilómetros cuadrados de escarpadas costas y densa vegetación que tienen entre sus protagonistas a los pavos reales, símbolos de la isla y con un origen bastante lejano: Canarias. Cuentan que allá por el siglo XIX el Archiduque Maximiliano de Habsburgo trajo a estos elegantes animales desde las islas afortunadas para acompañar la gran mansión que domina el centro de Lokrum, y que él mismo había mandado a construir. Posteriormente en 1959 se inauguraría el jardín botánico y los pájaros, que hoy caminan sin inmutarse entre los turistas, se convertirían en el complemento perfecto del mismo.

Sus plantas y su historia, otro de sus reclamos, y es que la tradición botánica de la isla también viene de lejos. El nombre de Lokrum proviene de la palabra 'Acrumen' (fruta amarga), y deriva de sus primeros pobladores. Hace 1000 años, en el 1023, los monjes benedictinos encontraron en la paz de este peñasco del Adriático el lugar perfecto para levantar una abadía de la que aún hoy se conservan fragmentos, y fueron ellos los que cultivando plantas exóticas terminaron por darle nombre al islote.




La abadía, junto a la mansión de Maximiliano de Habsburgo, forma hoy el principal complejo arquitectónico de la isla (aunque también hay un pequeño castillo napoleónico que se levanta al norte). En una costa que se ha convertido en motor turístico de Croacia no extraña que, tanto en el interior de la mansión como en sus alrededores, proliferen las cafeterías, kioskos, hamacas, e instalaciones para el relax de los visitantes. Una oferta cuidada, pero que resta cierta virginidad a sus paisajes.

Mar muerto - Mrvto More

Una de las terrazas destacadas es la que está  junto al lago, o más bien junto al mar muerto (su nombre literal en croata), aunque en este caso sin restarle espectacularidad al enclave. Totalmente rodeado por la arboleda que domina la isla, aparece un circulo color esmeralda, y que llega hasta los 10 metros de profundidad. Aunque su densidad seguramente no sea equiparable a la de su homólogo en oriente medio, basta dejarse flotar en el centro de sus aguas frías y cristalinas para descubrir por qué merece la pena venir a relajarse a este rincón.



La profundidad, y las escarpadas paredes que lo rodean, hacen que muchos visitantes aprovechen para zambullirse saltando desde los pequeños acantilados. Además, la riqueza del lago también está en su fauna: nadar por sus aguas es hacerlo entre cientos de pequeños peces, e incluso, según dicen, en días tranquilos es fácil encontrarse a algún pescador probando suerte desde la rocosa orilla.

Playa nudista y turismo LGTB

Dubrovnik, como gran parte de la costa adriática, se está convirtiendo en uno de los destinos estrella de las guías LGTBI, y Lokrum es uno de los puntos señalados. Su playa nudista, escondida entre las afiladas rocas que rodean toda la costa, es una de las indispensables en todos los itinerarios 'Gay friendly'. Aunque el continuo flujo de turistas hace que su ambiente sea familiar y muy variado, la distensión y la tranquilidad que se respira aquí no podían pasar desapercibidas para este sector.



Parece que todos los emblemas turísticos del Adriático hubieran sido resumidos en estos 2 kilómetros de piedras, pavos reales y árboles. Cuando acaban las ganas de seguir explorando el islote basta con irse a cualquier rincón junto al mar, donde es fácil encontrar escaleras para facilitar el acceso al baño, y zambullirse ante la impresionante visión de la costa Dálmata a lo lejos.

El atardecer toca verlo desde el continente. En Lokrum no se puede hacer noche, y el último barco zarpa de vuelta a las 18:00 (a las 17:00 en invierno). De vuelta en una de las ciudades de moda de Europa, ahora sabiendo todo lo que esconde ese peñasco verde que siempre vigila en el horizonte, ahora entendiendo el por qué de los pavos reales en las postales y los souvenirs. No seré el primer canario en el Adriático.... estas aves del Atlántico llevan ya más de un siglo poniendo su colorido a este pequeño destino.

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