miércoles, 15 de abril de 2015

Mercado de Sidi-Ifni, explosión de vida en domingo


Cada domingo, la gigantesca extensión de tierra que se encuentra al este de Sidi-Ifni cobra vida y aloja un animado mercado que se postula como una e las principales opciones de ocio de este histórico enclave del sur de Marruecos. Una pequeña explanada junto al terreno pedregoso del viejo aeropuerto, que pasa de ser un simple solar vacío usado como aparcamiento a convertirse en un concurrido entramado de casetas de plástico y pequeños puestos al raso en los que se vende desde verdura a artesanía, pasando por todo tipo de objetos imaginables.

Montañas de fruta a precios bajísimos, joyas bereberes, alfombras y ropa, e incluso más. Aquí se puede ver a la venta desde una cacerola vieja o un neumático usado hasta especias y telas finas. Un público generalmente local, aunque siempre con la presencia de los muchos turistas que pasan por esta localidad para disfrutar de su playa, su tranquilidad y su fama surfera. Una gran colonia francesa vive en esta pequeña ciudad costera (más bien pueblo grande).



El mercadillo es el gran atractivo del domingo y llena de vida no solo la explanada de tierra, sino también las terrazas de las calles que bajan hacia la plaza Hassan II y hacia el mar. Locales y foraneos disfrutan del té, los dulces, o la comida. Además revive también el tradicional mercado de Sidi-Ifni, un diminuto zoco situado muy cerca de la explanada y que es famoso a diario por su pescado fresco y su marisco.

Aunque es un lugar muy frecuentado por turistas, y extranjeros que residen allí o van de paso, los precios no tienen nada que ver con los que se pueden encontrar en las grandes capitales turísticas como Marrakech o Agadir. Productos mucho más auténticos, posiblemente de mejor calidad que los generados por una industria dirigida directamente al turista, y con un regateo (también aquí necesario) que suele empezar en una cifra muchísimo menor.



Un destino de 'slow-travel', de viajar sin prisa entre sus calles de tierra, su paseo junto al mar, sus terrazas, sus restaurantes y teterías. Quien haya vivido o estado en Canarias encontrará similitudes con la vida de muchos pueblo costeros de Lanzarote o Fuerteventura, alguna conexión hay en esa forma pausada de vivir que da el sonido de las olas. No en vano hace pocos años dijo el presidente de la Comuna de Sidi-Ifni que "Canarias ha hecho de Sidi-Ifni la ciudad que es".

El mercado del domingo es un buen escaparate de ese fenómeno, sus polvorientas e improvisadas calles entre los puestos se prestan a simplemente pasear observando cómo se mueve la vida de este rincón. Quizás sin comprar nada, tan solo perdiéndose en el ambiente. En esta ciudad no hay grandes mezquitas o monumentos, no tiene la milenaria historia de Marrakech, ofrece un país diferente, una forma de ver Marruecos que va más allá de las páginas centrales de las guías de viajes.

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