viernes, 31 de mayo de 2013

Sidi-Ifni y Legzira, Marruecos también es mar y playa


Marruecos no es solo montes Atlas y desierto. Su mar, sus playas y los pueblos de sus costas pueden conquistar tanto como sus milenarias ciudades. Legzira y Sidi-ifni son ejemplos de ello. La primera, una kilométrica cala que se abre al atlántico presidida por el que es uno de los símbolos de la región, sus 3 grandes arcos de piedra natural. La segunda una marinera que vive en tranquilidad siendo un paso cosmopolita que une a los numerosos turistas franceses con los vestigios de la época colonial española.

Sidi-Ifni no posee la historia milenaria de otras ciuadades marroquíes. Su origen se remonta a principios del siglo XX, cuando los españoles iniciaron esta población marítima en los territorios coloniales del Sahara, pero en poco tiempo se convirtió en en una zona urbana prolífera, que aún hoy mantiene su aire colonial, pudiendo llegar a recordar a ciudades canarias como Arrecife.



Convertido en enclave histórico tras la guerra de Ifni, que le devolvió a Marruecos estas tierras y por ende la ya desarrollada villa marinera que, desde entonces, empezó a convertirse en lo que es actualmente. Sus casas blancas y su ir y venir de caravanas de turistas franceses no la privan de la influencia árabe y bereber. 

Desde las teterías hasta el tradicional zoco de pescado, donde se pueden conseguir piezas recién capturadas a precios increíblemente bajos, pasando por el gran mercado de los domingos, día en que la ciudad se llena de vida y lo que habitualmente es un gigantesco descampado se convierte en una extensión de puestos de alfombras, joyas bereberes, y todo tipo de artilugios comunes, que se reparten junto a grandes montañas de frutas y verduras.

Paseo marítimo y playa
Uno de los grandes símbolos de Ifni es sin duda la barandilla azul y blanca que separa el paseo marítimo de la ladera que conduce a la extensa playa. Ya sea desde las terrazas repartidas por el lugar o caminando por el ancho malecón, marroquíes y visitantes disfrutan de las apacibles vistas del atlántico y de sus olas, que hacen a este pueblo un emplazamiento elegido por surferos. En medio de las teterías contrastan las tiendas de tablas y de artículos relacionados con este deporte.



La vida comienza al caer la tarde
Al caer la tarde las calles aledañas a la gran plaza del ayuntamiento, donde aún se pueden ver los restos de edificios coloniales como la gobernación española, se llenan de vida. Las terrazas de las decenas de pequeños locales y restaurantes se llenan de gente que aprovecha para sociabilizarse tomando té o cenando la mítica 'Harira', una sopa tradicional que no puede faltar en toda cena en Ifni, y que por apenas 8 Dirham (80 céntimos de euro) llena el estómago antes de irse a dormir.

La gran perla de la región es Legzira
A pocos kilómetros, en apenas 10 minutos en coche, se encuentra Legzira. Un lugar al que se llega descendiendo por una empinada carretera para alcanzar una diminuta aldea de adobe, con el estilo ya puramente marroquí, y una playa reconocida como una de las más bonitas del país.



Más allá del pequeño pueblo, donde hay varios restaurantes enfocados claramente al turismo, la vista debe fijarse en el más de un kilómetro de extensión de arena fina del mismo color que las casas, que caminando por su orilla se pierden de vista. Aparecen entonces los símbolos más conocidos de la región, dos grandes arcos de piedra natural que acaban en una cueva, y forman tres alargadas herraduras para las que solo vale sentarse junto a ellas y relajarse ante al atronador sonido del mar.

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