jueves, 21 de noviembre de 2013

Cuenca, romanticismo más allá de las casas colgadas

Cuenca, un destino poco atractivo para muchos pero que se ofrece como una opción muy completa para una escapada relámpago. Más allá de las extensamente conocidas 'Casas Colgadas', su casco antiguo, encaramado en el punto más alto de la ciudad, es un laberinto de callejones, pasadizos, y balcones al vacío que forman un escenario ideal para recorrer en una escapada de uno o dos días y que otorgan a la ciudad un romanticismo especial.


Visitar Cuenca supone estar dispuesto a subir las empinadas cuestas y escalinatas que llevan a su pequeño pero coqueto y bien cuidado núcleo histórico. Una congregación de callejuelas empedradas que van dejando paso a vertiginosos miradores de la ciudad nueva y el cauce del río Huécar, un pequeño fluir de agua que sirve de separación entre la parte antigua y la más moderna de la capital conquense.

Las Casas Colgantes son símbolo turístico de la ciudad y el puente de San Pablo, una tosca estructura de hierro rojo, se convierte en el punto ideal para contemplarlas y sacar la cámara de fotos. Sin embargo, más allá de estos mediáticos balcones al vacío, el paseo por la ciudad vieja deja perlas como la catedral: situada en la pequeña e inclinada Plaza Mayor y con una fachada barroca digna de compartir portada con las los balcones al vacío de las también conocidas como 'Casas Voladas'. Para acceder al interior del templo hay que pagar entrada, aunque es para muchos tanto o más impresionante que la fachada.



La Plaza Mayor es además el lugar donde se reúnen la mayoría de restaurantes de la zona antigüa, establecimientos marcadamente dirigidos al turismo. Tras ellos el mencionado entramado de callejones y pasadizos, con rincones cargados de romanticismo, que conducen casi inevitablemente al llamado Barrio del Castillo, donde se encuentran los escasos restos que se conservan de la que fue la fortaleza y donde residen las casas más elevadas de la ciudad. En los alrededores: una serie de senderos que bordean los precipicios y donde se encuentran las que son probablemente las mejores vistas de cuenca.

Cenando en la calle San Francisco
Cuenca sorprende también por su reducido pero animado ambiente nocturno. La calle San Francisco, en la zona más céntrica de la ciudad nueva, se convierte en una consecución de bares y terrazas que rebosan al caer el sol y que son el lugar idóneo para tomar unas cervezas y cenar con la amplia variedad de tapas y raciones que ofrecen. Además a la hora de comer incluyen en la carta menús del día bastante aceptables por unos 9 euros. 




Más sobre Cuenca: Ciudad Encantada, visita indispensable si la escapada dura más de un día

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