lunes, 7 de enero de 2013

Paladares de altos vuelos con Iberia

Impresiones Menú Business de Iberia
Menú Business de Iberia
Como pasa casi siempre (quizás por desgracia) que uno se inmiscuye en aquellas áreas más exclusivas económicamente, parece que los problemas del vulgo desaparecen. Hablando de comida y hablando de Iberia. En medio de la espiral de desastre que vive la compañía, con empleados al borde del colapso nervioso, maletas que no llegan y despidos que vienen y van, aún mantiene un rincón en el que se crea la ilusión de que la aerolínea está ajena a estos devenires, su clase Business, especialmente su menú. Desmitificando la comida de los aviones, el empeño de la compañía por añadir chefs de primera categoría a su catering ha dado resultado.

Con dos estrellas Michelin a sus espaldas cada uno, Toño Pérez, Paco Roncero, Ramón Freixá y Dani García elaboran un selecta serie de platos (o platitos) que solo se puede degustar en pleno vuelo. El menú elegido para desarrollar está opinión ha sido el servido en un vuelo Tenerife Norte – Madrid, operado en un Airbus A-321, con una clase Business que, aparte del mayor espacio entre asientos, ofrece pocas ventajas. Platos escuetos, muy escuetos en ocasiones, pero con ingredientes cuidadosamente seleccionados y una presentación bastante aceptable.

Cuando se llega a lo importante, se hinca el diente al plato seleccionado, se rompen los tópicos que enmascaran las comidas a bordo, las texturas y sabores transportan a grandes restaurantes asentados en tierra firme. Tras la ensalada, en la que la frescura de la lechuga anunciada por el Menú se hace más realidad de la que se espera a esas altitudes, es el turno de elegir un segundo plato, en este caso Cherne con crema de mojo verde. Si bien cabe destacar que, para los nacidos en Canarias, el parecido al mojo verde será meramente léxico, sorprende gratamente la textura y la exquisitez de la pequeña pieza de pescado y su salsa.

Antes del postre se puede degustar un fragmento de queso de vaca al pimentón que confirma la calidad de los ingredientes utilizados (fragmento ínfimo, eso sí, acompañado de un par de uvas). Un bocado que precede a un pastelito de yema y nata que, aunque no supera con creces la normalidad, pone broche a una selección muy cuidada y que, si no llena estómagos, al menos no dejará indiferentes a los paladares.

Menú del vuelo
 - Cesta de panes variados y aceite de oliva virgen
 - Ensalada fresca de lechugas con pimiento a la parrilla, vinagreta de vinagre balsámico al Pedro Ximénez

 - Pollo relleno de queso crema y albaricoque seco, cebolla caramelizada a la naranja
o
 - Cherne al horno con crema de mojo verde

 - Queso de cabra (finalmente que sirven uno de vaca) con uvas
 - Tarta de yema y nata

También te puede interesar

0 comentarios:

Publicar un comentario