35 ediciones de la gran aventura del automovilismo, el Dakar

14 días y 8000 kilómetros después llega a su fin la gran aventura anual del automovilismo. El sábado Santiago de Chile acogía la llegada de los corredores que, a bordo de coches, motos y camiones, emprendieron la carrera el 6 de enero en Lima, Perú. 150 corredores, de un total de 499, han quedado por el camino demostrando la dureza de la reina de las grandes rutas automovilísticas, el Dakar. Una prueba de valor humano y respeto por los incomparables lugares que recorre.

La historia de esta gran competición se remonta a 1977, cuando un motorista que participaba en el rally que ya se realizaba entre Abiyán (Costa de Marfil) y Niza (Francia) se perdiera en el  desierto de Libia y, tras ser salvado in extremis, quisiera compartir con otros los impresionantes paisajes que había descubierto. Nace así el París - Dakar, hoy trasladado a Suramérica y convertido en un campeonato automovilístico de de talla mundial, pero entonces una competición abierta a todos y en la que no había títulos, solo una aventura a través del continente africano.

La falta de seguridad acabó con la ruta por este contienente, y en 2009 se trasladó a América del sur. Una nueva ruta para el gran desafío, que, aunque se haya convertido en un producto comercial, no olvida el espíritu aventurero que Thierry Sabine, el motorista perdido, iniciara en los años 70. No solo los famosos y mediáticos se adentran en el Dakar.

Los 8000 kilometros de carrera se iniciaron por segunda vez este año en Perú, y siguen mezclando, como  en cada edición, a los grandes pilotos que buscan la gloria de alzarse ganadores y a los amateurs que se adentran en en 14 días recorriendo las vastas tierras andinas por puro espíritu. Desde 53 nacionalidades diferentes, que han batido el record de mestizaje del Dakar este año, con edades comprendidas entre los 19 años del motorista holandés Rober Van Pelt y los 71 de Claudio Regunaschi, piloto argentino en la categoría de coches, el principal atractivo sigue siendo la aventura.

Si esto provoca que uno de los valores del Dakar sea que es su componente humano, también lo es el respeto a la naturaleza. La organización invierte en diferentes proyectos contra la deforestación y la protección y regeneración de la amazonia, para compensar así las emisiones de CO2 durante el recorrido. Además los trazados están supervisados por los diferentes ministerios de medio ambiente, y si bien es cierto que nadie podrá negar el impacto de 400 corredores cruzando el desierto a bordo de sus máquinas, el Dakar asegura que busca la máxima protección de los espacios naturales.

En definitiva un viaje digno del cine épico que, un año más, toca su fin dejando tras de si las impresionantes imágenes de su recorrido. Desde Perú hasta Chile, adentrándose por tierras argentinas, hasta 1700 corredores, individualmente o por equipos, se han vuelto a enfrentar al desierto y han vuelto a demostrar que la importancia del Dakar está más allá del automovilismo. Sin duda una de las cumbres que todo aventurero amante de los motores sueña con escalar.